Terrores nocturnos en bebés y niños: causas, síntomas y soluciones.

Pesadillas y terrores nocturnos

Los terrores nocturnos en bebés y niños son episodios que pueden causar gran angustia, tanto en los pequeños como en los padres. A diferencia de las pesadillas, que suelen ocurrir durante la fase REM del sueño, los terrores nocturnos suceden durante las primeras horas de la noche, cuando el sueño es más profundo. Durante un episodio, es común que los niños se despierten gritando, con los ojos abiertos, pero sin estar realmente conscientes de su entorno. Aunque los terrores nocturnos pueden ser perturbadores, no son motivo de alarma, ya que son parte del desarrollo normal del sistema nervioso.

Si tu peque ha experimentado terrores nocturnos, es importante que sepas cómo actuar y qué medidas preventivas puedes tomar. En este artículo, te ayudaré a entender qué son los terrores nocturnos, sus causas, y cómo puedes calmar a tu hijo durante un episodio. Además, te daré consejos prácticos para establecer una rutina de sueño que ayudará a reducir la frecuencia de estos episodios, asegurando así que tu hijo tenga un descanso reparador y tú puedas estar más tranquila.

¿Qué son los terrores nocturnos?

Los terrores nocturnos son una forma de parasomnia, es decir, un trastorno del sueño que afecta a los niños durante las fases más profundas del sueño no REM. Se caracterizan por episodios en los que el niño parece estar completamente despierto, llorando, gritando o incluso moviéndose, pero en realidad no está consciente de lo que está ocurriendo. Estos episodios suelen durar entre 5 y 30 minutos y, al contrario de lo que muchos padres piensan, es muy difícil despertar al niño durante un terror nocturno.

Es importante tener en cuenta que, aunque los terrores nocturnos pueden ser muy perturbadores para los padres, los niños no suelen recordar el episodio al despertar. Este fenómeno es más común en niños de entre 2 y 6 años, y tiende a desaparecer a medida que crecen. Si tu peque ha tenido terrores nocturnos, no es motivo de alarma, ya que son parte del desarrollo normal del sistema nervioso infantil.

qué son los terrores nocturnos

Diferencias entre pesadillas y terrores nocturnos.

Las pesadillas y los terrores nocturnos son dos fenómenos diferentes del sueño que a menudo se confunden. Sin embargo, tienen características distintas:

  • Pesadillas: Las pesadillas ocurren durante el sueño REM, generalmente en la segunda mitad de la noche. El niño puede despertarse asustado, pero está consciente de su entorno y recuerda lo que soñó. Las pesadillas suelen ser causadas por preocupaciones o estrés durante el día, y es posible calmar al niño tras una pesadilla hablándole o abrazándolo.
  • Terrores nocturnos: En contraste, los terrores nocturnos ocurren durante las primeras horas del sueño profundo, en la fase no REM. Durante un terror nocturno, el niño parece estar despierto, pero en realidad no lo está, y no recordará nada al día siguiente. Es crucial no intentar despertar al niño durante un terror nocturno, ya que puede agravar la situación.

En resumen, mientras que los terrores nocturnos son episodios que no se recuerdan y ocurren en las fases profundas del sueño, las pesadillas suceden durante la fase REM del sueño y suelen dejar un recuerdo claro del malestar. Entender estas diferencias te ayudará a calmar a tu peque de la manera más efectiva en cada situación.

¿A qué edad suelen aparecer los terrores nocturnos?

Los terrores nocturnos en bebés y niños suelen comenzar a manifestarse entre los 2 y 6 años, aunque pueden aparecer antes o después, dependiendo de diversos factores. Estos episodios están relacionados con el desarrollo del sistema nervioso central, que en los más pequeños aún no está completamente maduro. Durante este proceso de desarrollo, es común que los niños experimenten interrupciones en su ciclo de sueño, especialmente durante las fases más profundas del sueño no REM.

Aunque pueden ser alarmantes para los padres, los terrores nocturnos son relativamente comunes y tienden a desaparecer a medida que los niños crecen. Sin embargo, algunos factores, como la falta de sueño, el estrés o cambios en la rutina diaria, pueden aumentar la frecuencia de estos episodios.

Terrores nocturnos en bebés.

En los bebés, los terrores nocturnos son menos frecuentes que en los niños mayores, pero aún pueden presentarse. Los bebés pueden comenzar a experimentar estos episodios a partir de los 18 meses, aunque es raro que ocurran antes de los 2 años. Cuando un bebé experimenta un terror nocturno, puede llorar o gritar repentinamente, con los ojos abiertos, pero no estará completamente consciente. En estos casos, es fundamental no intentar despertarle y, en su lugar, mantener un entorno seguro y tranquilo hasta que el episodio pase.

Los padres deben tener en cuenta que, aunque despertar a los niños durante un terror nocturno puede ser instintivo, es contraproducente y puede prolongar el episodio. Lo más importante es mantener la calma y permitir que el bebé vuelva a un estado de sueño profundo de manera natural.

Terrores nocturnos en niños pequeños.

Los terrores nocturnos en niños pequeños, de entre 2 y 6 años, son mucho más comunes. En esta etapa, el desarrollo del sistema nervioso central sigue en proceso, lo que puede generar interrupciones en el sueño profundo, especialmente cuando el niño está muy cansado o estresado. Estos episodios suelen ocurrir durante las primeras horas del sueño, cuando el niño está en la fase no REM.

En estos casos, los padres deben asegurar un entorno seguro y evitar estímulos adicionales que puedan agravar el episodio. Los terrores nocturnos suelen durar entre 5 y 15 minutos, y después de este tiempo, el niño volverá a dormirse sin recordar nada del episodio al día siguiente. Mantener una rutina de sueño constante y evitar actividades estimulantes antes de acostarse puede ayudar a reducir la frecuencia de los terrores nocturnos en niños pequeños.

Causas de los terrores nocturnos.

Causas de los terrores nocturnos

Los terrores nocturnos en bebés y niños pueden ser desencadenados por una combinación de factores físicos y factores emocionales. Estos episodios son una respuesta del sistema nervioso central del niño, que aún está en desarrollo, y suelen estar relacionados con cambios en el ciclo de sueño, el estrés o la sobrecarga sensorial. A continuación, explico los factores que pueden influir en la aparición de estos episodios.

Factores físicos.

Los factores físicos juegan un papel importante en los terrores nocturnos. Uno de los más comunes es la falta de sueño o el cansancio extremo, que puede sobreestimular el sistema nervioso y hacer que el niño experimente interrupciones durante el sueño profundo. Cuando el niño no duerme lo suficiente o su rutina de descanso se ve alterada, el riesgo de sufrir terrores nocturnos aumenta.

Además, otros problemas físicos como la fiebre o ciertas enfermedades pueden desencadenar estos episodios. Cuando un niño está enfermo o tiene la temperatura corporal elevada, su ciclo de sueño se ve afectado, lo que puede llevar a la aparición de terrores nocturnos. Del mismo modo, trastornos del sueño como la apnea del sueño o el reflujo gastroesofágico también pueden ser un factor contribuyente.

Otro aspecto físico que influye es el desarrollo del sistema nervioso central, que está en proceso de maduración en los primeros años de vida. Durante este tiempo, es más probable que el cerebro del niño tenga dificultades para manejar las transiciones entre las fases del sueño, lo que puede llevar a la aparición de estos episodios.

Factores emocionales.

Los factores emocionales también juegan un papel importante en los terrores nocturnos. El estrés y la ansiedad pueden ser desencadenantes comunes. Situaciones que causan inseguridad o cambios en la vida del niño, como mudanzas, el inicio de la escuela o la llegada de un nuevo hermano, pueden generar emociones fuertes que se manifiestan durante el sueño en forma de terrores nocturnos.

La sobreestimulación antes de dormir también es un factor relevante. Las actividades intensas o el uso excesivo de pantallas poco antes de irse a la cama pueden excitar al niño y dificultar que entre en un sueño profundo de manera tranquila, lo que aumenta el riesgo de interrupciones nocturnas.

Por último, las rutinas de sueño inconsistentes o inadecuadas, que no permiten que el niño tenga un horario regular y predecible para irse a dormir, también pueden aumentar la probabilidad de episodios de terrores nocturnos. Establecer un ambiente calmado y relajante antes de dormir es fundamental para reducir estos factores emocionales y promover un descanso adecuado.

Síntomas de un terror nocturno.

Los terrores nocturnos en bebés y niños pueden ser episodios alarmantes, pero es importante reconocer los síntomas característicos para saber cómo manejarlos. Durante un terror nocturno, el niño está en un estado de sueño profundo no REM, lo que significa que no es consciente de su entorno y es difícil despertarlo. Los síntomas varían de un niño a otro, pero tienden a seguir un patrón similar que puede durar entre 5 y 30 minutos.

Conductas durante el episodio.

Durante un terror nocturno, los padres pueden notar comportamientos que son diferentes a los de una simple pesadilla. Estas son algunas de las conductas más comunes:

  • Gritos y llantos intensos: El niño puede empezar a llorar o gritar de forma repentina y muy fuerte, lo que puede ser angustiante para los padres.
  • Movimientos bruscos o agitados: Es común que el niño se mueva de forma descoordinada, agite los brazos o incluso parezca que intenta defenderse de algo.
  • Ojos abiertos, pero sin reconocimiento: A pesar de que el niño puede tener los ojos abiertos, no estará consciente de lo que sucede a su alrededor, lo que puede hacer que los padres piensen que está despierto.
  • Sudoración y respiración acelerada: Los terrores nocturnos suelen ocurrir con síntomas físicos evidentes como sudoración excesiva, respiración rápida y, en algunos casos, un aumento del ritmo cardíaco.

Es importante recordar que, aunque estas conductas pueden parecer alarmantes, los terrores nocturnos son episodios que el niño no recuerda al día siguiente.

Reacciones después del episodio.

Una de las características distintivas de los terrores nocturnos es que, después del episodio, el niño suele volver a dormir sin recordar nada de lo ocurrido. A continuación, algunos de los comportamientos comunes después de un terror nocturno:

  • Calmarse y volver a dormirse: Tras el episodio, el niño normalmente se calma por sí solo y vuelve a entrar en un sueño profundo sin necesidad de intervención.
  • No recuerda nada al despertar: A diferencia de una pesadilla, donde el niño puede despertarse asustado y recordar el sueño, los terrores nocturnos no dejan rastro en la memoria. Esto significa que al día siguiente el niño no mostrará signos de haber tenido un episodio.
  • Conducta normal al día siguiente: Tras un terror nocturno, el niño actúa con total normalidad al día siguiente, sin signos de estrés o miedo residual.

Saber reconocer estos síntomas y reacciones es clave para que los padres puedan gestionar estos episodios con calma y sin despertar innecesariamente al niño, ya que esto podría prolongar el episodio o causar más confusión.

¿Cuánto dura un terror nocturno?

La duración de un terror nocturno puede variar, pero generalmente los episodios suelen durar entre 5 y 30 minutos. Durante este tiempo, el niño puede parecer muy agitado, gritar o moverse de forma brusca, pero es importante recordar que no está consciente de lo que ocurre a su alrededor. Aunque el episodio puede parecer interminable para los padres, en la mayoría de los casos, el niño volverá a un estado de sueño profundo una vez que el terror nocturno haya terminado.

En ocasiones, los terrores nocturnos pueden durar un poco más si el niño ha experimentado factores que agravan el episodio, como la falta de sueño, la sobreestimulación, o el estrés emocional. Sin embargo, lo más común es que los episodios sean breves y que, una vez superados, el niño no recuerde nada de lo sucedido.

Lo más importante durante un terror nocturno es no intentar despertar al niño, ya que esto podría prolongar el episodio o causar más confusión. Mantener la calma, asegurarse de que el entorno es seguro y permitir que el niño se calme y vuelva a dormirse por sí solo es la mejor manera de manejar la situación.

¿Qué hacer durante un terror nocturno?

Cuando tu hijo experimenta un terror nocturno, es completamente natural sentirse asustado o preocupado por lo que está ocurriendo. Sin embargo, es importante saber cómo actuar durante estos episodios para asegurar que tu hijo esté protegido y pueda volver a dormir sin complicaciones. Aquí te explico los pasos más importantes a seguir cuando ocurre un terror nocturno.

Mantener la calma

Lo más importante es mantener la calma. Ver a tu hijo agitado, llorando o gritando puede ser muy estresante, pero los terrores nocturnos son episodios que no representan un riesgo real para el niño. Recuerda que tu hijo no está consciente de lo que está sucediendo, y tu calma puede ayudar a que el episodio pase de manera más tranquila. Mantener una actitud relajada es clave para no agravar la situación.

Evita hablarle en un tono de urgencia o mostrar signos de nerviosismo, ya que esto puede hacer que el episodio sea más largo o más intenso.

Evitar despertar al niño

Aunque la reacción instintiva de muchos padres es despertar al niño durante un terror nocturno, es importante no hacerlo. Despertar al niño en medio de un episodio puede aumentar la confusión, prolongar el terror nocturno y hacer que le sea más difícil volver a dormirse. El niño está en una fase profunda del sueño, y forzarle a despertar puede interferir con su ciclo de sueño y causar más malestar.

En su lugar, lo mejor es asegurarse de que el niño se mantenga seguro hasta que el episodio pase por sí solo. Una vez que el niño se calme, volverá a entrar en un sueño profundo sin recordar nada del episodio al día siguiente.

Asegurar un entorno seguro

Durante un terror nocturno, es posible que tu hijo se mueva de manera brusca o agitada, lo que puede ser peligroso si el entorno no está adecuado. Asegúrate de que su espacio de dormir esté libre de objetos peligrosos o que puedan hacerle daño si se mueve o golpea durante el episodio. Si es necesario, puedes colocar cojines o almohadas cerca de la cama para minimizar el riesgo de golpes.

Mantén las luces bajas o apagadas y reduce los ruidos para no estimular más al niño. En estos casos, lo mejor es crear un ambiente lo más tranquilo y seguro posible para que el niño pueda continuar su sueño sin interrupciones mayores.

Recuerda que la mayoría de los terrores nocturnos suelen durar entre 5 y 30 minutos, y tu hijo volverá a dormirse sin recordar nada del episodio. Tu rol es asegurarte de que el entorno sea seguro y que el episodio pase sin sobresaltos.

Cómo prevenir los terrores nocturnos.

Prevenir los terrores nocturnos en bebés y niños es posible mediante la implementación de ciertas prácticas que promuevan un sueño más saludable y disminuyan los factores que los desencadenan, como el estrés o la sobreestimulación antes de acostarse. A continuación, te ofrezco algunos consejos clave para ayudar a tu hijo a tener un descanso más tranquilo y reducir la posibilidad de episodios nocturnos.

Establecer una rutina de sueño saludable

Crear una rutina de sueño consistente es una de las formas más efectivas de prevenir los terrores nocturnos. Los niños necesitan un entorno y horarios predecibles para sentirse seguros y relajados antes de dormir. Esto significa establecer un horario regular para ir a la cama y despertarse, incluso durante los fines de semana. Mantener esta rutina ayuda a regular su ciclo de sueño y reduce la probabilidad de interrupciones durante la noche.

La rutina debe ser tranquila y relajante, evitando actividades que puedan sobreestimular al niño antes de acostarse. Al asegurarte de que tu hijo tiene las horas de sueño necesarias según su edad, reduces el riesgo de que la falta de sueño sea un factor desencadenante de los terrores nocturnos.

Actividades calmantes antes de dormir (lectura, baño relajante)

Incorporar actividades calmantes en la rutina nocturna puede ser muy beneficioso para reducir el estrés y la sobreestimulación antes de dormir. Leer un cuento, hacer una pequeña meditación guiada, o dar un baño tibio puede ayudar a que el niño se relaje y esté más preparado para conciliar el sueño.

Estas actividades promueven un ambiente tranquilo y relajado, lo que disminuye la excitación del sistema nervioso central del niño, minimizando así las posibilidades de que experimente un terror nocturno. Evitar juegos activos, ruidos fuertes o cualquier tipo de actividad que excite al niño es clave para asegurar un buen descanso.

Reducir el uso de pantallas antes de acostarse

El uso de pantallas (televisión, tabletas, teléfonos) justo antes de ir a la cama puede interferir con la capacidad del niño para conciliar el sueño. La luz azul que emiten estos dispositivos inhibe la producción de melatonina, una hormona que regula el sueño, y esto puede dificultar que el niño entre en un sueño profundo.

Para prevenir los terrores nocturnos, es recomendable limitar el uso de pantallas al menos una hora antes de ir a dormir. En su lugar, opta por actividades más relajantes que ayuden a tu hijo a desconectarse y prepararse para una noche de sueño tranquilo.

Recuerda que, al hacer pequeños ajustes en las rutinas diarias y nocturnas, puedes ayudar a reducir la frecuencia de los terrores nocturnos y mejorar la calidad del sueño de tu hijo de forma significativa.

Conclusión final.

Los terrores nocturnos en bebés y niños pueden ser episodios difíciles de manejar para los padres, pero es importante recordar que son parte del desarrollo normal y no representan un riesgo para la salud del niño. Conocer las causas y aprender a identificar los síntomas te permitirá actuar de manera adecuada cuando ocurran. Mantener la calma, evitar despertar al niño y asegurar un entorno seguro son las claves para manejar estos episodios de manera efectiva.

Prevenir los terrores nocturnos no siempre es posible, pero establecer una rutina de sueño saludable, realizar actividades relajantes antes de dormir y limitar el uso de pantallas puede ayudar a reducir su frecuencia. Lo más importante es que, aunque estos episodios sean perturbadores, tu hijo no recordará nada al día siguiente, y a medida que crezca, los terrores nocturnos suelen desaparecer por completo.

Si sigues estos consejos y mantienes una actitud tranquila, estarás mejor preparado para ayudar a tu peque a superar estos episodios. Así, poco a poco, todos podrán disfrutar de un sueño más reparador y tranquilo.

Si te sientes perdida y no hay manera de superarlo puedes ponerte en contacto conmigo y te cuento cómo podemos trabajar en su sueño.

¡Felices sueños!